Dentro de la complejidad de la sociedad, la educación surge como un eje fundamental para el desarrollo de las nuevas generaciones. Sin embargo, la lamentable influencia de la política partidista en este ámbito representa un grave problema que socava los cimientos del aprendizaje y la formación ciudadana.
Por conveniencia y por intereses particulares, los sistemas de gobierno han politizado la educación. El resultado es una red de favores políticos que coloca a individuos sin la debida experiencia educativa al frente de instituciones destinadas a forjar el futuro de la nación.
Esta práctica, lejos de favorecer la equidad y la excelencia educativa, ha demostrado ser perjudicial para los objetivos pedagógicos. La falta de idoneidad en la designación de líderes educativos mina la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje, dejando a niños y jóvenes en manos de figuras carentes de la experticia necesaria.
La educación no debería ser un campo de recompensas políticas, sino un espacio donde se cultive el conocimiento y se fomente el pensamiento crítico. La urgente necesidad de una ‘Quinta Transformación’ se manifiesta en la imperiosa tarea de separar la política partidista de la esfera educativa.
Para lograr esta transformación, es esencial implementar un sistema de selección basado en méritos y competencias, garantizando que aquellos que lideran la educación posean la experiencia y la visión necesaria para afrontar los retos del siglo XXI. La independencia de la educación de las agendas políticas permitirá una formación más sólida y adaptativa, preparando a las futuras generaciones para liderar el país con competencia y visión clara.
La politización de la educación representa un obstáculo significativo para el progreso nacional. La Cuarta Transformación, que busca mejorar las condiciones de vida de las clases marginadas, debe extender su alcance hacia una ‘Quinta Transformación’ educativa, liberando a la enseñanza de las cadenas de la politiquería corrupta y asegurando un futuro más brillante para México.
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