CIUDAD DE MÉXICO.- Antes de la crisis sanitaria debida al COVID-19 las organizaciones estaban cambiando y buscando nuevas formas de innovar. Al llegar el confinamiento, las formas de trabajo virtual cobraron mayor importancia y seguirán cambiando aún después de la pandemia.
De hecho una encuesta de BCG Workplace of the Future, indica que las empresas esperan que aproximadamente el 40 por ciento de sus empleados trabajen de forma remota en el futuro. Además, muchas empresas mantendrán los modelos de participación del cliente en línea que implementaron durante la crisis.
La comunidad de dirección de proyectos desempeñará un papel fundamental para ayudar al mundo a recuperarse e institucionalizar estas nuevas formas virtuales de trabajo. Entre ellas, las habilidades para adaptarse al cambio y la nueva forma de innovación, la resiliencia.
La resiliencia ya no es una preocupación teórica: las empresas y los países se han vuelto dolorosamente conscientes de la fragilidad de los sistemas de los que dependen. La crisis derivada por la pandemia ha creado la necesidad de que las empresas demuestren que su propósito y sus valores no son únicamente palabras huecas que se escribieron en tiempos mejores, es momento de cambiar e innovar.
De acuerdo con la iniciativa PMI Brightline®, la transformación es personal. El cambio dentro de la organización se produce de uno en uno. Un cambio de comportamiento o de perspectiva por parte de un individuo en una organización es la base celular para lograr la transformación. La transformación individual de los empleados es tan importante como cualquier transformación organizacional. ¿Y qué necesitan los individuos y las organizaciones para enfrentarse al cambio?
Se requieren habilidades de poder, que de acuerdo con el Project Management Institute (PMI), la asociación líder mundial en dirección de proyectos, ayuden a enfrentar el trabajo remoto, el cambio y la necesidad de innovar. Habilidades como la empatía, la comunicación, la inteligencia emocional y el sentido de responsabilidad compartida, que faciliten a los equipos mantener la productividad y la eficiencia. Pero eso no es todo, hay otra habilidad que ha permitido a varias empresas mantenerse a flote a pesar de las circunstancias durante y después de la pandemia: la resiliencia.
Desde el punto de vista emocional, la resiliencia determina qué tan rápido o lento nos recuperamos de las emociones desafiantes. Algunas personas pueden aferrarse a la ira o los rencores durante un largo período de tiempo, mientras que otras pueden olvidar y seguir adelante después de un período de tiempo corto.
Recuperarse rápidamente de los contratiempos es importante porque los proyectos presentan muchas situaciones impredecibles que están más allá del control individual. Las decepciones e incluso el fracaso pueden ser parte de los proyectos, pero la capacidad de avanzar rápidamente es una habilidad crucial que los directores de proyecto deben desarrollar para poder concentrarse en las tareas a realizar y no quedarse estancados en el pasado.
Innovar no significa únicamente tener buenas ideas y saber cómo implementarlas, sino aprender a reaccionar de una forma distinta ante la crisis, de ahí la importancia de reconocer los errores en el proceso y adaptarse a los cambios rápidamente.
Entender la importancia de la resiliencia en este contexto ayuda a los directores de proyecto a detectar qué miembro del equipo o involucrado en el mismo se recupera rápidamente de las emociones y situaciones complejas y las deja atrás, y quienes tienden a detenerse en ellas durante un largo período de tiempo. Este conocimiento también los ayuda a desarrollar respuestas apropiadas para llevar a cabo el cambio necesario en los equipos y la organización.
El marco de transformación centrado en las personas de la iniciativa Brightline® ayuda a los líderes a establecer una cultura de aspiración, alineación, autonomía y responsabilidad. Así la crisis se puede ver como una oportunidad para transformarse y ésta no se convierte en una amenaza o una carga para los individuos.
La resiliencia es una nueva forma de innovar, de sacar el máximo provecho a las situaciones adversas, alentar a cada empleado a participar en la transformación, en cualquier nivel y a centrarse en sus fortalezas personales y contribuciones únicas a la organización, en particular ahora que el mundo se reinventa y se enfrenta a nuevo ecosistema de trabajo.
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